¿China atraviesa su “momento Lehman Brothers”? El punto débil de la economía china que preocupa al mundo

TAIPEI.- La elefantiásica economía china no emergió de tres años de política de “Covid cero” con un gran rugido, como muchos dentro y fuera del país anticipaban, sino con un lamento.

Según los analistas económicos, este año China tendrá problemas para alcanzar su meta de crecimiento del 5%, un porcentaje que de todos modos es un pálido reflejo del sostenido 8% de hace una década.

Hoy todo se ha ralentizado: las exportaciones, la producción industrial y las ventas minoristas. El consumo está tan caído que mientras otros países luchan para contener la inflación, en China los precios están bajando, y las cifras de desocupación son tan preocupantes que el gobierno simplemente dejó de difundir la tasa de desempleo juvenil. Y el sector de la construcción, que representa alrededor de un 25% de la actividad económica del país y el 33% del patrimonio de los hogares chinos, está en crisis.

La magnitud de esa crisis quedó en evidencia el jueves, cuando el Grupo Evergrande, uno de los mayores desarrolladores inmobiliarios de China hasta su colapso, en 2021, presentó una convocatoria de acreedores en la ciudad de Nueva York.

Fue apenas días después de que otro de los grandes constructores privados de China, el grupo Country Garden, revelara que su deuda asciende a los 200.000 millones de dólares y que está al borde de la cesación de pagos. Pero hay decenas de otros desarrolladores que no pueden pagar sus cuentas.

Y sin embargo el gobierno de Pekín parece reacio a responder los reclamos que le hacen dentro y fuera de China para que tome alguna decisión audaz y contundente que apuntale al sector de la construcción y así evitar un efecto dominó sobre el resto de la economía.

“Debemos mantener nuestra histórica paciencia y avanzar con constancia, paso a paso”, dijo el presidente Xi Jinping en un discurso pronunciado en febrero, pero que los medios estatales chinos recién difundieron esta semana, ante el empeoramiento de la situación económica.

El gobierno dio pequeños pasos para impulsar la demanda, rebajando la tasa de interés hipotecaria y facilitando el acceso al crédito, pero hasta ahora Pekín se ha abstenido de tomar medidas a gran escala. La confianza en ese mercado sigue rota y termina de hundir la ya baja confianza de los consumidores, justo cuando la segunda economía más grande del mundo necesita sus ciudadanos gasten para evitar una mayor desaceleración.

El gobierno no puede darse el lujo de que los desarrolladores inmobiliarios caigan en default, dice Alicia García Herrero, economista en jefe para la región de Asia-Pacífico del banco de inversión Natixis.

“Hace falta una intervención directa en el mercado inmobiliario”, apunta la economista. “A pesar de las medidas regulatorias que tomaron, la gente sigue diciendo que antes de comprar una casa prefiere esperar a que las cosas mejoren.”

Aunque el colapso de Evergrande en 2021 tuvo un impacto mayor que el posible incumplimiento de pagos de Country Garden, el momento es peor, porque la economía china está mucho más débil.

“Con la economía en peor situación que entonces, hasta el menor impacto puede ser desestabilizador”, advirtió esta semana en un mensaje sus clientes Julian Evans-Pritchard principal analista para China de Capital Economics.

El problema en las provincias

Una caída sostenida de la venta de viviendas sería un desastre para los gobiernos locales que tienen problemas de liquidez y dependen de las subastas de tierras a los desarrolladores inmobiliarios y de los 9 billones de dólares que deben.

De hecho, algunas ciudades y provincias ya están al borde del default, después de tres años de aumento de gastos y reducción de ingresos por la pandemia, además de décadas de préstamos gigantes para financiar al sector de la construcción.

Si los gobiernos locales no pudieran pagar sus deudas, el efecto contagio se extendería aún más.

La semana pasada, el presidente norteamericano Joe Biden dijo que la elevada tasa de desempleo y la desaceleración del crecimiento convertían a la economía china “en una bomba de tiempo”.

“Tienen algunos problemas. Eso no es bueno, porque cuando los malos tienen problemas, hacen cosas malas”, dijo Biden en un acto de recaudación de fondos de campaña.

Una crisis de muchos años

La compra de bienes raíces fue una de las principales formas de acumulación de riqueza que tuvo la creciente clase media de China, al punto que se generó la expectativa de que el valor de la tierra y la vivienda seguiría aumentando sostenidamente.

Fue entonces que los constructores empezaron a exigir el pago completo de las casas nuevas antes de construirlas, incorporando al sistema “un elemento tipo estafa Ponzi”, apunta Logan Wright, director de investigación de mercados de China en el Rhodium Group.

Al igual que los inversores en bonos de los gobiernos locales, los futuros propietarios creyeron estar comprando un plan rentable y seguro. La crisis ahora revela cuán riesgosa era esa apuesta.

“Todavía se subestima hasta qué punto la crisis de la propiedad y la crisis de la deuda de los gobiernos locales son esencialmente el mismo problema”, señala Wright.

En 2020, Xi tomó enérgicas medidas contra el sobreendeudamiento en el sector, y eso puso a prueba a los constructores, que en la mayoría de los casos dependían de que los compradores pagaran el total por adelantado.

Gigantes inmobiliarios como Evergrande y Country Garden se especializaban en venderle el sueño de la casa propia a personas de las ciudades más pequeñas de China. De hecho, la mayoría de las ventas y de los terrenos reservados para el próximo desarrollo se concentran en ciudades de tercer o cuarto nivel.

Pero en muchos de esos lugares la oferta de viviendas ahora supera la demanda. Por lo general, las ciudades chicas no pueden competir con las grandes metrópolis para atraer residentes, y en algunas se han formado “pueblos fantasma” de bloques de departamentos vacíos.

Preocupado por la posible formación de una burbuja inmobiliaria, el Partido Comunista viene tratando desde hace varios años de frenar drásticamente el exceso de inversión en ese sector. Pero el mes pasado el Politburó eliminó de sus documentos el lema “la vivienda es para vivir, no para especular”, lo que permite inferir que nuevamente está tratando de alentar la inversión.

Los años de estancamiento económico por la draconiana política de “Covid cero” complicaron aún más el cumplimiento de los compromisos de los desarrolladores. Y a medida que los departamentos quedaban sin construir, miles de furiosos deudores hipotecarios de toda China decidieron dejar de pagar las cuotas de sus créditos.

En Penglai, en la costa de la provincia china de Shandong, los trabajos de la empresa Country Garden en una manzana de torres de departamentos de lujo se detuvieron la semana pasada. La escena ya es familiar: en las paredes de la obra aparecieron carteles que dicen que el desarrollador, Country Garden, había dejado de pagar.

Así que el constructor se negó a seguir avanzando, y cientos de futuros propietarios quedaron indignados: llevaban pagados más de 200.000 dólares y esperaban mudarse a fines de junio, señala un agente de bienes raíces en Penglai que solo da su apellido, Liu, para evitar represalias de las autoridades.

Si bien los analistas aclaran rápidamente que no estamos frente a un “momento Lehman Brothers” en versión china, les preocupa que las autoridades se equivoquen en el cómo y cuándo intervenir para evitar que la crisis se agrave.

El mercado de la vivienda en China ha respondido durante mucho tiempo a la política general del gobierno, así que tanto los promotores inmobiliarios como los compradores de viviendas esperan fuertes medidas de apoyo para evitar que las constructoras se fundan.

Pero ese estímulo podría no llegar nunca. Hasta ahora, los legisladores de Pekín se han abstenido de decretar rescates financiados por el Estado de estas compañías inmobiliarias, optando en cambio por un apoyo más modesto e indirecto, apunta Evans-Pritchard.

El gobierno habilitó que los bancos renueven los préstamos de promotores inmobiliarios y también intentó impulsar las ventas bajando los requisitos para el pago inicial y rebajando la tasa de interés hipotecaria. Algunas ciudades están subsidiando la compra de viviendas y suspendieron las restricciones para la compra de una segunda o tercera propiedad.

Pero muchos argumentan que son solo parches y que no serán suficientes.

“Es un abordaje que claramente no está funcionando tan bien como esperaban”, escribió Evans-Pritchard en su informe. “Pero con la economía estancada, tal vez lleguen a la conclusión de que no tienen más remedio que cambiar de rumbo y usar fondos del Estado para evitar otra ola de quiebras de desarrolladores privados”.

Por ahora, la verdadera prioridad del gobierno debería ser gestionar la desaceleración.

“La edad dorada del mercado fue hace 10 años y no va a volver”, apunta Shitong Qiao, profesor de derecho de la Universidad de Duke. “El gobierno chino no se va a comprometer a fondo en la reanimación del mercado inmobiliario, porque a lo máximo que puede aspirar es a un aterrizaje suave.”

Por Meaghan Tobin

(Traducción de Jaime Arrambide)

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