Eslovaquia define si elige a un primer ministro pro-Putin y le suelta la mano a Ucrania

PARIS.- Los eslovacos votan este sábado en elecciones parlamentarias anticipadas, cuyos resultados podrían alejar al país de su actual política pro-Ucrania y occidental para instalarlo en una dinámica favorable a Moscú, en caso de triunfo de Robert Fico, un ex primer ministro populista, admirador de Vladimir Putin y del líder húngaro antieuropeo Viktor Orban.

Fico, cuyo partido Smer-SD se encontraba el viernes codo a codo con los progresistas de Eslovaquia Progresista, es un ex miembro del partido comunista que con seguridad establecerá en caso de triunfo una política exterior decididamente prorrusa.

Hasta comienzos de semana, los especialistas lo veían como el favorito para regresar a la dirección del gobierno tras cinco años de intervalo. Ayer, a pocas horas de los comicios -anticipados tras el derrumbe de la frágil coalición anticorrupción en el poder desde 2020- el Smer-SD se colocaba a escasas décimas detrás de su principal rival.

Tanto en Bruselas como en Kiev, ese eventual retorno de Fico al poder representa un auténtico dolor de cabeza. En estos últimos años, el ex premier se radicalizó sensiblemente copiando a su vecino húngaro Viktor Orban los mismos temas iliberales: un discurso anti-elite, nacionalista y euroescéptico, y una retórica anti-LGBT. Pero, sobre todo, Fico tiene la declarada intención, en nombre del pacifismo, de terminar con el envío de armas a Ucrania.

“Ucrania silbó y todos los europeos entregamos todas nuestras armas hasta que nuestros depósitos quedaron vacíos”, declaró en un debate la semana pasada.

Hasta ahora, Eslovaquia, junto con Polonia, República Checa y los estados bálticos, se cuenta entre los mayores apoyos de Ucrania en su lucha contra Rusia. El país de casi cinco millones de habitantes dio a Kiev casi todo lo que el pequeño y no particularmente bien equipado ejército eslovaco podía proporcionar. Al comienzo de la invasión rusa, también acogió a cientos de miles de refugiados ucranianos, aunque muchos de ellos partieron luego a República Checa, Alemania o Austria.

Eslovaquia fue uno de los primeros países de la OTAN en proporcionar a Ucrania un sistema antiaéreo, el S-300 soviético. También le entregó toda su flota de aviones de combate, 13 MiG-29, dejando la protección de su espacio aéreo a República Checa y Polonia.

“Creo que estos pasos alentarán a otros países a proporcionar a Ucrania el apoyo militar que necesita”, dijo Peter Nad, exministro de Defensa de Eslovaquia, hace unas semanas.

Bratislava también ha entregado a Ucrania el sistema de defensa antimisiles KUB. Esto fue posible debido a que Eslovaquia está protegida de un posible ataque con misiles por la fuerza internacional de la OTAN, estacionada en el este de ese país, con participación alemana, que cuenta con sistemas Patriot.

Aun cuando siga condenando la agresión rusa, Fico retoma sin pudor la tesis del Kremlin según la cual Moscú se defiende de la agresión de la OTAN, de la cual Eslovaquia también es miembro. Exige negociaciones de paz y se lamenta de que la Unión Europea (UE) alimente la escalada del conflicto mediante un incremento del envío de armamentos.

Venganza

A título personal, Robert Fico está animado por una sed de venganza, después que fue obligado a renunciar en marzo de 2018 tras el asesinato del periodista de investigación Jan Kuciak y su compañera. Ese crimen desató una crisis de envergadura que provocó multitudinarias manifestaciones. Fico jamás admitió la más mínima responsabilidad en ese asesinato, atribuido después a un hombre de negocios cuyo proceso no dio ninguna satisfacción.

Venganza también contra sus propios amigos socialistas, que le dieron la espalda en el verano boreal de 2020, creando una escisión, el partido HLAS-SD de Peter Pellegrini, que lo sucedió como primer ministro después de su dimisión.

A 24 horas de las elecciones, Fico aún no sabía si podrá satisfacer su sed de venganza. Es verdad, hizo prácticamente toda la campaña como favorito, pero necesita aliados. Su rival más cercano, Michal Simecka, de Eslovaquia Progresista, que con 18% de intenciones de voto lo superaba ayer por escasas décimas —17,7% para el Smer y 15% para el HLAS— es un vicepresidente del Parlamento Europeo, perteneciente al rango de los progresistas (Renew), que podría contrariar los planes de Fico formando una coalición adversa, pro-europea y pro-Ucrania.

Todo dependerá de los pequeños partidos que franquearán o no los tres umbrales de elegibilidad: 5% para un partido, 7% para una coalición y 10% para las coaliciones de cuatro partidos y más. El parlamento eslovaco es monocameral. Comprende 150 bancas y el mandato es de cuatro años.

Estas legislativas eslovacas se producen después de tres años de crisis política durante los cuales sus habitantes conocieron tres gobiernos, un periodo marcado por escándalos de corrupción y una sensible inflación, mientras que la pandemia del Covid desmoronó la confianza en el Estado y las instituciones. Robert Fico aprovechó el desaliento general y el sentimiento prorruso de una parte de la población. La desinformación de Vladimir Putin fue en este caso muy eficaz vehiculando, por ejemplo, la idea de que los soldados eslovacos “serían enviados al frente en refuerzo de las tropas ucranianas nazis”.

Al mismo tiempo, el contencioso cerealero con Ucrania no hizo más que agravar las cosas. Kiev atacó a Eslovaquia, Polonia y Hungría ante la Organización Mundial del Comercio por haber impuesto un embargo a los granos ucranianos en defensa de los propios. Para Fico, ese gesto muestra todo el “descaro” de Kiev, que no duda en atacar a sus mejores aliados, acusándolos de “optar por Moscú”.

Ayuda a Ucrania

En caso de victoria, si Fico consiguiera formar una coalición roja-marrón con los partidos de extrema derecha (sobre todo Repúblika), la revisión del presupuesto europeo y los 50.000 millones de euros destinados al apoyo a Ucrania estarán seriamente en peligro.

La victoria de Fico quebraría el aislamiento de Viktor Orban, único dirigente europeo pro-Putin. De esa forma, ambos hombres estarían en condiciones de dictar sus condiciones cuando haya que votar el presupuesto europeo, adoptado por unanimidad.

Para Kiev, ese triunfo sería una auténtica catástrofe en momentos en que los expertos coinciden en que la ayuda de los países occidentales parece retroceder mes a mes. Así lo confirmó el mes pasado el Kiel Institute for the World Economy, basado en Alemania.

“Solo algunas nuevas promesas se agregaron entre junio y julio, pero fueron menos sustanciales”, anotó. “El apoyo financiero y militar aportado por otros países a Ucrania no está a la altura de lo que se necesita para estabilizar la situación”, agregó.

Yann Breault, profesor de Estudios Internacionales en el Colegio Militar Real de Saint-Jean, también admite “una pérdida de ritmo en la envergadura de la ayuda desde hace unas semanas”, que “probablemente continúe en los próximos meses”.

“Hay incertidumbre económica. Los países comienzan a poner en duda sus capacidades de sostener financieramente a los ucranianos a largo plazo”, reconoce.

Estados Unidos es, de lejos, el país que más financia la ayuda en Ucrania desde el comienzo de la invasión rusa, con un total de 42.600 millones de euros, que incluye los sectores militar, humanitario y financiero. Le siguen las instituciones de la UE, con 15.700 millones de euros, y el Reino Unido, con 6200 millones de euros.

A esa desaceleración, se suman las tensiones entre Kiev y sus vecinos —en particular Polonia— por la cuestión cerealera, así como la incertidumbre frente a las próximas elecciones en Estados Unidos.

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