“Han sabido subirse al tren”: un empresario argentino explicó la fórmula de Brasil para ser una potencia agrícola

En la campaña 2022/23 Brasil produjo 154,6 millones de toneladas de soja y exportó 95,6 millones. Y para el ciclo 2023/24, la cosecha podría superar los 160 millones. Por su parte, en la última campaña, el país vecino produjo 127,8 millones de toneladas de maíz y envió al exterior 48 millones. Y prevén la posibilidad de aproximarse a 150 millones para 2023/24.

“Se viene conversando mucho de lo que está haciendo y siendo Brasil productivamente. Por eso, desde AZ-Group organizamos un viaje con el grupo CREA San Patricio y Alimentaria SA, para ver en el terreno las bases del desarrollo agropecuario del país vecino”, apunta Sebastián Salvaro, director de la consultora y participante de la gira. “Para eso visitamos organismos públicos y privados, además de compartir recorridas a campo con productores”, amplía.

El fortísimo desarrollo agropecuario de Brasil es la consecuencia de más de 20 años de políticas públicas positivas y mucho apoyo a la iniciativa privada. “En 1994, con la presidencia de Itamar Augusto Franco, se implementó un plan de estabilización económica que se respeta en gran parte hasta la actualidad”, explica Salvaro.

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“En Brasil también han sabido subirse al tren de las necesidades de alimentos del mundo y hoy son los principales exportadores de casi todos los commodities del rubro. Se han enfocado en producir para su gran mercado interno (215.000.000 habitantes, más de cuatro veces la población argentina), pero simultáneamente con el foco puesto en los cinco continentes. En los intercambios mantenidos hemos escuchado repetidamente que quieren ser la seguridad alimentaria del mundo”, expresa el directivo.

Sistemas productivos eficientes

En la práctica, mediante la herramienta de compartir conocimientos en todos los niveles, en Brasil han logrado construir sistemas productivos eficientes y de gran escala. “Comprendieron que disponen de suficientes lluvias en gran parte de su territorio, pero que había que trabajar para mejorar los suelos. Así, desarrollaron el concepto de ´hacer suelo´, lo que significa, primero, incorporar productos para mejorar el pH, y luego, fertilizar y cuidar los cultivos en busca de optimizar la productividad pero cuidando la sustentabilidad”, describe Carlos Pouiller, otro participante del viaje, director de la consultora.

Por otro lado, la rotación de cultivos, con la incorporación del maíz como base, permite que se exprese la genética desarrollada en todos los cultivos, sobre todo en soja. “Casi toda la soja tiene como antecesor al maíz, una gran bondad para el sistema, porque se obtienen rindes más altos y plantas más sanas, lo que genera permanentemente una retroalimentación positiva “, elogia Pouiller. Además, con la expansión del maíz de segunda o safrinha se cumple el objetivo de dos cosechas anuales, que en algunas zonas se transforma en cinco cosechas en dos años con la incorporación del poroto en la rotación.

Apoyar, no castigar las exportaciones

En 2023, Brasil pasará a ser el primer exportador mundial de maíz superando a EEUU, el líder histórico en este rubro. Hace varios años que también supera al gigante del norte en producción y embarques de soja.

“Siguen mirando el futuro siendo actores protagónicos de la producción, pero no dejan de lado los temas ambientales, las tecnologías de procesos y las tecnologías disruptivas”, enumera Salvaro. De hecho, han creado muchos Hub de Agtech, algunos de ellos apoyados por muchas corporaciones multinacionales.

“Hemos aprendido el concepto ´CVC´, Corporate Venture Capital, que son fondos de inversión creados por empresas y con foco en las Agtech disruptivas de Brasil y del mundo”, indica Sebastián.

“Queda claro que cuando existe convergencia tecnológica, producto de las interacciones en un ecosistema con un propósito claro, algo bueno pasa”, infiere el directivo. En San Pablo están todos los desarrolladores tecnológicos y muchas start ups, se desarrollan un rol que no se estaba dando hace algunos años atrás.

“Al recorrer campos de productores, impresiona lo que invierten para producir, sin miedo a malos resultados, con una mirada de largo plazo y apoyados con todo tipo de créditos, para equipamiento o evolución, en un camino sinérgico con el Estado”, explica Nicolas Forenza, de Alimentaria SA, otro de los viajeros. “Aprendimos muchas cosas para aplicar a la producción de poroto y de otros cultivos en Tucumán; los agricultores brasileños están muy adelantados en genética y en técnicas de producción que les permiten alcanzar muy alta productividad, mayor que la de la Argentina”, señala Forenza.

“Tenemos que aprender de los brasileños el pensamiento de largo plazo, con el apoyo de un Congreso que sigue un camino claramente marcado, independientemente del signo político del gobierno de turno”, destaca.

Los agricultores tienen gran apoyo de las corporaciones internacionales. Se está desarrollando una convergencia en términos tecnológicos por la que lo digital se acerca muy rápidamente a la economía real y a lo que hace cada productor en particular. Esa convergencia disruptiva “va siempre direccionada hacia un lugar, aceitada con mucha liquidez, producto de las condiciones de estabilidad macro que generó el Plan Real de Franco en 1994. A partir de ese momento se crearon políticas de Estado direccionadas, con los objetivos de aumentar la producción de granos, lo que hoy se concreta con los 300 millones de toneladas de maíz y de soja”, afirma Salvaro.

El resultado surge a partir de un aumento del área sembrada pero también de mayor productividad, como consecuencia del uso de las mejores semillas –los productores aceptan el pago del desarrollo genético- y de las más modernas técnicas productivas.

En el desarrollo agropecuario brasileño también juega fuerte la interacción público- privada. “Visitamos el Instituto de Desarrollo Rural (IDR Paraná, en Curitiba), la Empresa Brasileña de Pesquisa Agropecuaria, (Embrapa, similar a nuestro INTA) en su sede de Goiania, especializada en arroz y poroto y la fundación ABC en Ponta Grossa, Paraná, y siempre apareció el vínculo entre los privados y el Estado determinando lo que se necesita desarrollar y la búsqueda de financiamiento para ello”, subraya Pouiller. “Los productores cuentan con un gran respaldo técnico de estos organismos, los que a su vez destinan importantes recursos a la extensión rural”, agrega.

Un problema que se está viendo en Brasil es que la infraestructura se quedó corta ante el muy fuerte aumento de producción de granos que generó la revolución del calcio, con la mejora de la acidez de los suelos y la posterior aplicación de fertilizantes. En ese sentido, los productores brasileños tienen una idiosincrasia de abundancia, en ir por más en el uso de insumos, a diferencia de lo que debe hacer el productor argentino, que debe analizar con mucho detalle las relaciones insumo/producto, menos favorables.

“No se puede decir que se está despertando un monstruo, porque ya se despertó. Con reglas claras y sensatas, Brasil está, paso a paso, con mucha confianza, en el camino de poder ser el primero en todo”, concluye Salvaro.

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