Los socios del Gobierno frente a las PASO: Alberto Fernández en transición, Massa a todo o nada y Cristina en plan de sucesión

Mañana, cuando llegue la primera parada electoral, Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa abrirán, luego de tres años y medio de convivencia traumática, una etapa nueva. El jefe de Estado quedará en las puertas de un proceso de transición. No son pocos los que lo ven cada vez más en pose de expresidente, pensando en el día después. La vice, que se replegó de la escena pública el último mes, avanzará en el camino de sucesión dentro del kirchnerismo con un panorama más claro de cómo seguirá su alianza con el ministro de Economía y de las chances que tiene de retener el bastión de la provincia con Axel Kicillof. Massa, el que pone más en juego, sabrá finalmente si tiene alguna posibilidad de convertirse en jefe del peronismo.

Para todos en el oficialismo está claro que la relación entre el Presidente y la vice es irrecuperable y ya nadie atina a pedirles un diálogo como hace algunos meses. Las diferencias son insalvables. Fernández está convencido de que el peronismo está en un punto de inflexión. Funcionarios y dirigentes lo escuchan hablar constantemente de la “renovación”, convencido de que se asoma el fin de la hegemonía kirchnerista. Para justificarlo, suele enumerar las derrotas que tuvo La Cámpora en las elecciones provinciales.

El Presidente estuvo completamente al margen de la campaña y nunca se asomó por el mega búnker montado en la calle Bartolomé Mitre. “Es el momento de Sergio, que se tiene que poner en jefe”, justifican en la Casa Rosada. De todas formas, aseguran que Fernández tuvo un rol invisible en los días críticos en los que el Gobierno pasó la gorra por el mundo para conseguir los fondos para cumplir las obligaciones con el FMI y que fatigó los teléfonos de los líderes regionales para allanar el acuerdo con el Fondo.

Lo que sí parece irritar a Fernández es que, pese a que la fórmula está integrada por el ministro de Economía y el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, el libreto de la campaña haya omitido una reivindicación de la gestión de su gobierno. En el búnker de Unión por la Patria dicen que, con la mala imagen que carga el Gobierno -rayana a los 70 puntos- no tiene ningún sentido cambiar la percepción que hay en la sociedad. Por eso los mensajes de Unión por la Patria se estructuraron en función del futuro. El Presidente no está de acuerdo.

En Casa Rosada cuentan que Fernández mantuvo un reciente diálogo con José Luis Rodríguez Zapatero y que el expresidente español del PSOE le transmitió que estaba convencido de que Pedro Sánchez debía defender su gestión durante la campaña, pese a que no pasaba por un buen momento en los sondeos de imagen. “Después se vio cómo sorprendió el PSOE en las urnas”, subrayan. Aunque el Presidente trató de inculcarle a Massa el ejemplo español, la idea no prendió en el comando de campaña de Unión por la Patria.

Sin poder evitar un papel de reparto en la escena actual, quienes tratan a Fernández aseguran que lo ven con cierto alivio. El Presidente, de hecho, ya le dijo a su entorno que tiene intenciones de escribir un libro cuando deje el poder, “un testimonio de cuatro años únicos”, según transmitió. Además, ya comenzó a buscar casa para mudarse cuando deje la quinta de Olivos. El cálculo inmobiliario es muy sencillo, porque cuando accedió a la Presidencia vivía en un departamento de soltero en Puerto Madero -alquilado a su amigo, “Pepe” Albistur- que habitaba con Dylan mientras comenzaba su vínculo con Fabiola Yáñez. Pero ahora la familia se agrandó, tiene un hijo pequeño y de un perro pasó a tener tres.

Por la jefatura del PJ

Massa, en tanto, se juega el domingo el partido de su vida. No es la primera vez que pelea por la presidencia, pero esta vuelta lo hace con todo el peronismo sobre sus espaldas. El ministro de Economía necesita obtener un volumen de votos que le permita mostrarse vital y con chances en el resto de la carrera electoral. “Esta es la gran prueba para ver si, a pesar del contexto, resiste”, dijo uno de sus laderos políticos de confianza.

Cerca del ministro aseguran que en esta semana notaron un leve repunte en las encuestas, aunque también de Javier Milei. El domingo, a la hora de la verdad, se sabrá si se trata de un escenario de “tres tercios” competitivos, o si las urnas ofrecen un baño frío de realidad. “Sergio está enchufado, siempre tuvo esa cosa voluntarista”, lo describió en las últimas horas un viejo lobo de la política que conversó con él. El candidato se mostró durante la veda trabajando en el Ministerio de Economía, jugando sus últimas fichas, como si bajar la guardia no fuera una opción.

Hasta último momento, en tanto, Massa se preocupó por mantener saludable su convivencia con la cúpula del kirchnerismo, mientras la campaña iba mutando de la reivindicación de la unidad del PJ a la exaltación de los atributos personales del candidato presidencial.

En el oficialismo todos tienen en claro que la experiencia con Fernández no se va a repetir y que si Massa llega a ganar, buscará liderar el peronismo. “Al peronismo le gustan los jefes y Massa es jefe. En el kirchnerismo todos son inteligentes, no es que no lo ven. Pero ahora estamos trabajando para ganar”, dijo un colaborador relevante del mundo K.

El propio Massa se ocupó de decir cómo se imaginaba el rol de la vice en un eventual gobierno suyo. “La relación personal me permite soñarme haciendo un café semanal o quincenal con Cristina”, dijo.

El kirchnerismo, en proceso de cambio

Todo el proceso de la campaña de Unión por la Patria estuvo sobrevolado por el problema de representación que tuvo el kirchnerismo por no poder llevar un candidato presidencial puro. Quizás ello explique el juego oscilante que tuvo la cúpula K con Massa. Máximo Kirchner y Eduardo “Wado” De Pedro trabajaron consustanciados en el búnker nacional, pero hacia afuera la vice y su hijo casi no se mostraron en pose proselitista. El ministro fue erigido como el “candidato de unidad”, pero Cristina habilitó la colectora de Juan Grabois, que pudo sacarse fotos con el elenco K sin inconvenientes e incluso instaló su búnker en las oficinas que había alquilado De Pedro para su proyecto presidencial.

“Siempre esa ambigüedad del kirchnerismo. Ellos entienden que es la campaña de Sergio y al mismo tiempo pareciera que no encuentran un lugar que les quede cómodo. En última instancia, sirvió para unificar en una sola voz y ordenar el mensaje”, dijo a LA NACION un importante funcionario involucrado en la cuestión proselitista.

La vicepresidenta, que viajaba en estas horas a Río Gallegos, llega este domingo atada a la suerte del peronismo, cuya performance condicionará su papel político y su porvenir judicial. También se comienza a poner en juego el futuro de todo el kirchnerismo. Sus tres herederos, Máximo, Wado y -sobre todo- Kicillof aspiran a seguir representando desde lugares de poder.

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