Un Papa “improvisado” y más de un millón y medio de fieles antes del cierre de Jornada Mundial de la Juventud en Portugal

LISBOA.- Una entusiasta y colorida marea de más de 1,5 millones de fieles, según las autoridades, se reunieron este sábado en Lisboa para la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), presidida por el papa Francisco.

Durante el día, jóvenes católicos de todo el mundo fueron llegando a la inmensa explanada dispuesta junto al Tajo bajo el fuerte sol con sus mochilas y bolsas de dormir, preparados para pasar la noche hasta la misa del domingo.

Francisco realizó su aparición en “papamóvil” poco después de las 19 locales en esta vigilia con ambiente de megafestival, que arrancó con actuaciones de música pop-rock en el colosal escenario. En un animado discurso, en el que interactuó en varias ocasiones con la audiencia, el Papa hizo referencias al fútbol, a los exámenes y a los momentos de crisis.

“¿Ustedes creen que una persona que cae en la vida, que tiene un fracaso, que incluso comete errores pesados, fuertes, ya está terminada? No”, lanzó el Papa a los peregrinos, y subrayó que tras cualquier tropiezo deben “levantarse”.

Incluso esta noche el Papa, como hizo a menudo en este viaje a Portugal, dejó de lado el discurso que tenía preparado para pronunciar algo improvisado. “Todos tenemos personas que han sido un rayo de luz para nuestra vida: padres, abuelos, han sido como raíces de alegría” y “nosotros también podemos ser raíces de alegría para los demás”, deslizó Francisco ante la multitud de jóvenes.

Los organizadores habían proyectado que la vigilia y la misa del domingo a la mañana podrían reunir un millón de personas, como punto álgido de la semana de encuentros culturales y espirituales que integran esta edición de la mayor reunión católica internacional.

Clima festivo

En una amplia superficie llena de carpas, banderas de numerosos países e instalaciones temporales, los jóvenes aguardaron en un ambiente festivo, rodeados por un amplio dispositivo de seguridad.

“Nosotros hemos venido caminando desde Barcelona, hemos salido hace 40 días. Es una peregrinación para ver al papa”, contó Santi Salvador, un estudiante español de 19 años, que recorrió 1300 kilómetros para llegar. “Participar en esta vigilia es importante por la grandiosidad del evento, por lo que representa para los católicos”, dijo por su parte Tiago Carlos, un portugués de 30 años.

El Papa había sido recibido a la mañana por unos 200.000 fieles en el santuario de Fátima, unos 130 km al norte de Lisboa, donde rezó el rosario con jóvenes enfermos, discapacitados y seis prisioneros. “La Iglesia no tiene puertas, para que todos puedan entrar”, aseguró el Pontífice durante un breve discurso pronunciado en español, como casi todos desde que llegó el miércoles a Portugal.

“Esta es la casa de la madre y una madre siempre tiene el corazón abierto para todos sus hijos. Todos, todos, todos, sin exclusión”, repitió entre aplausos, reiterando un mensaje que ya subrayó en otras ocasiones en esta JMJ.

Al contrario de lo que estaba previsto, el Papa improvisó casi toda su intervención. Francisco -quien se desplaza en silla de ruedas o apoyado en un bastón por una salud cada vez más frágil- ya había variado el guion de uno de sus discursos el viernes, tras explicar espontáneamente que no le funcionaban “los reflectores” y no conseguía leer bien.

El vocero del Vaticano, Matteo Bruni, dijo que el cambio del viernes se había debido efectivamente a “un reflejo provocado por la iluminación”, mientras que el de este sábado había sido “una elección” del Pontífice. “En silencio, el Papa rezó extensamente con dolor por la paz ante la Virgen de Fátima”, precisó después Bruni a la prensa, excluyendo cualquier problema de visión.

A su llegada a Fátima en un helicóptero de la Fuerza Aérea portuguesa, Francisco fue aplaudido por unos 200.000 fieles que no llegaban a colmar el recinto, bajo un cielo oscurecido por el humo y la ceniza de un incendio forestal activo a un centenar de kilómetros. Francisco ya visitó Fátima en mayo de 2017 para la multitudinaria canonización de dos pastores.

Después recorrió en “papamóvil” la explanada que rodea la pequeña capilla que marca el lugar donde, según la tradición católica, la Virgen María se apareció a tres niños en 1917. “Es una visita importante que nos va a ayudar en la fe”, dijo Juan Fiorani, un estudiante argentino de 17 años, llegado desde España, donde pasaba sus vacaciones.

Francisco está desde el miércoles en Portugal, donde cumple con una cargada agenda dentro de la JMJ de Lisboa. Desde el comienzo de su visita, abordó cuestiones como la ecología, la guerra en Ucrania o el dolor de las víctimas de abusos sexuales a menores por parte de miembros de la Iglesia.

Agencias AFP, ANSA y DPA

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