En busca de acercar posiciones, el papa Francisco se reunió con Hilarion, ex número dos del patriarca de Moscú

ROMA.- Tal como se había especulado y en su afán de encontrar caminos alternativos para poder comunicarse con Vladimir Putin y detener de algún modo la guerra en la “martirizada” Ucrania, en su segunda jornada en Hungría el papa Francisco se reunió con el metropolitano de Budapest, Hilarion, ex número dos del patriarca de Moscú, Kirill.

Hasta hace años una figura clave del patriarcado de Moscú, Hilarion fue defenestrado el 7 de junio pasado después de 13 años de haber sido el “canciller” de Kirill y su brazo derecho. En lo que pareció un retroceso, Kirill fue enviado a Budapest, Hungría y algunos sospechan que su imprevista salida pudo haber tenido que ver con su desacuerdo con la invasión de Ucrania, que el Patriarca de Moscú siempre bendijo y justificó.

Aunque también se cree que su “exilio” puede llegar a ser funcional a los deseos de Moscú de tener a alguien en un país que es miembro de la Unión Europea (UE), pero con una postura totalmente contracorriente. Como es sabido, el primer ministro del país, Viktor Orban -con quien Francisco se reunió el viernes-, es uno de los pocos aliados de Putin. A diferencia de los demás miembros de la UE, Hungría nunca envió armas a Ucrania ni se sumó a las sanciones porque depende del petróleo y el gas rusos.

Fuera del programa, pero en verdad esperado por muchos observadores, el encuentro entre el Papa e Hilarion tuvo lugar en la nunciatura –donde se aloja el Pontífice en Budapest-, fue “cordial” y duró veinte minutos, consignó el Vaticano, que destacó que Francisco no sólo recibió al exbrazo derecho de Kirll con un abrazo, sino que también le besó la cruz pectoral.

Según el sitio del metropolitano, durante la conversación Ilarion le ilustró al Pontífice cómo es la vida de la diócesis de Budapest del Patriarcado de Moscú, sus actividades sociales y educativas, así como su interacción con las otras confesiones cristianas. “En recuerdo del encuentro, Ilarion le obsequió al papa Francisco cuatro volúmenes de su monografía de seis volúmenes ‘Jesucristo. Vida y enseñanza’, traducido en italiano”, agregó.

Más allá de la poca información, el encuentro es considerado trascendente porque se enmarca en la determinación de Francisco de hablar con todos y de intentar abrir canales de negociación para destrabar un conflicto totalmente sin salida diplomática a la vista en el corto, mediano y largo plazo. El Papa intenta hablar con Putin desde que comenzó la guerra, e Hilarion puede ser un canal para ello.

La reunión con Hilarion tuvo lugar después del mediodía, cuando el Papa regresó de una mañana exigente, dedicada a alentar a los que más sufren. Tal como estaba planeado, muy temprano visitó el Instituto Beato Lászlo Batthyány-Strattman, una entidad que ayuda a niños ciegos y con discapacidades motrices, donde hubo cantos y momentos emotivos.

Luego se reunió con pobres y refugiados en la Iglesia de Santa Isabel. Allí, un grupo de gitanos le hizo escuchar su tradicional música y una familia refugiada ucraniana, después de contarle su historia, lo deleitó tocando Libertango, de Astor Piazzolla. “Necesitamos una Iglesia que hable con fluidez el lenguaje de la caridad, idioma universal que todos comprenden”, dijo el Papa, al agradecer el compromiso de la Iglesia local en este tema y por haberle abierto las puertas a un millón y medio de refugiados que escaparon de la guerra en la vecina Ucrania.

“La caridad no es una simple asistencia material, se preocupa por la persona y la sostiene con el amor de Jesús, para ayudarla a recuperar belleza y dignidad”, agregó. Se desplazó luego, utilizando una silla de ruedas debido a su problema en la rodilla, a la cercana Iglesia de la Protección de la Madre de Dios, donde visitó la comunidad greco-católica, con quien rezó en el rito bizantino.

Después de descansar en la nunciatura, por la tarde y en evidente buena forma, con sus 86 años el Papa volvió a demostrar su capacidad para comunicarse con otras generaciones, en un encuentro con más de diez mil jóvenes en un estadio de Budapest. Allí, al margen de recibir de regalo el famoso cubo de Rubik, un invento húngaro, ya resuelto, y tener un verdadero baño de multitud, después de oír testimonios, les recordó a todos que “Dios perdona siempre” y que no condena. Entonces, se salió del texto de su discurso, pronunciado en italiano y cuya traducción podía verse en pantalla, le pidió al intérprete decir esa frase en húngaro e invitó a la multitud a repetirla varias veces, inflamando el auditorio. Llamó luego a los jóvenes a no “virtualizar” la vida, advirtiéndoles del uso excesivo de celulares y redes sociales.

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